EL AJUSTE VERTEBRAL.

EL AJUSTE VERTEBRAL.

 

El ajuste consiste en la aplicación de una fuerza precisa por parte del quiropráctico sobre la vertebra subluxada. Así, el nervio queda libre y se restaura la buena comunicación entre el cerebro y todas las células del cuerpo. Con el ajuste, se libera el flujo de expresión de la inteligencia innata que había sido interrumpido por la subluxación. El impulso mental vuelve a llegar con claridad y potencia a todas las células del organismo.

Solemos decir a la gente que el quiropráctico ajusta la vértebra subluxada colocándola en su sitio. No es verdad. Es una explicación simplificada. En realidad, el quiropráctico introduce una fuerza específica y controlada en el organismo, pero es el cuerpo mismo el que utiliza la energía asociada con esta fuerza para sanarse, para recolocar las vertebras correctamente.

Es verdad que, a veces, el cuerpo puede filtrar la fuerza universal como sería recibir un golpe en una paliza, convertirla en fuerza innata y sanarse. Esto se llamaría sanar por azar, pura suerte ya que como hemos visto el cuerpo suele vivir esta situación como una agresión y se protege subluxando una o más vertebras.

Para el quiropráctico, el arte del ajuste es saber cuánta fuerza, en qué dirección, donde, cuándo y cuánto tiempo tiene que aplicarla. De ello depende la cantidad de energía asociada al ajuste que pueda aprovechar la inteligencia del cuerpo para sanarse. Si al ajuste le falta exactitud (sobra fuerza o la dirección, el lugar, el momento o el tiempo de aplicación de la fuerza no son precisos) el sistema nervioso tiene que filtrar el exceso de energía.

Cuando el ajuste es ideal, el cuerpo puede asimilar la máxima cantidad de fuerza universal (energía del exterior, aplicada por el quiropráctico) y convertirla en fuerza innata, es decir, energía para ajustarse, para sanarse. Cuanto más pulido sea el ajuste, más eficaz será. El deber del quiropráctico es saber cómo hacer un ajuste preciso para que la inteligencia innata del cuerpo se ocupe de sanar la subluxación. Por eso los quiroprácticos estudiamos tantos años y hacemos tantas horas prácticas, para refinar las técnicas de ajuste. El tacto y la técnica de un quiropráctico experimentado son de los más sublime y exquisito. Uno de mis maestros decía: “Cuando llegues a ajustar unas 30.000 personas, empezaras a tener una idea de quiropráctica.” Tenía toda la razón. No hay nada que sustituya la experiencia.

 

Tobias Goncharoff, D.C.

La quiropráctica desvelada.