Alba Verys-ek idatzia
Para Sergi Torres, “la felicidad es un estado de conciencia” y la podemos alcanzar justo en este mismo instante. Es autor de un pensamiento innovador y revolucionario. La película ‘Yo libre, un viaje al instante presente’ y el libro ‘Un puente a la realidad’ nos abre las puertas a un nuevo análisis sobre el miedo, la libertad y la felicidad. Su trabajo es un abordaje sin precedentes a la metafísica
En tus conferencias dices que tenemos miedo a ser felices, ¿por qué?
La felicidad esencialmente no es una emoción, es un estado de consciencia. No estamos acostumbrados a eso, nosotros vivimos nuestra vida conectados a nuestras opiniones, a nuestras sensaciones, a nuestras emociones, a nuestra personalidad básicamente. Entonces, conectar con algo que está mucho más allá de todo eso, la felicidad en esencia, da miedo. Somos personas acostumbradas a vivir con lo que estamos adaptados, todo lo que es nuevo y más revolucionario, nos da mucho miedo. Y la felicidad esencial es absolutamente revolucionaria para el hombre y la mujer actuales. Por eso, casi nadie es feliz en este mundo. Si todos llegásemos a ser felices sería la gran revolución. La felicidad en esencia implica una revisión muy profunda, nos lleva a cruzar el dolor que almacenamos. Es un camino de mucha responsabilidad y por eso nos da miedo.
Explicas que somos responsables de nuestros propios pensamientos y de qué manera éstos afectan a nuestras emociones y a nuestra manera de percibir el mundo. ¿Por qué tenemos la tendencia hacia las emociones más densas y negativas?
Es una paradoja lo que te diré ahora. Nos encantan porque cuanto más sentimos eso, menos posibilidades tenemos de sentir la felicidad de la que hablábamos antes. Por tanto, es un sistema de defensa, son excusas o motivos por los cuales no ser felices ahora. Es una forma de autosabotearnos. Son sensaciones y emociones que vamos aprendiendo a medida que vamos creciendo. Cuando somos pequeños nos podemos enfadar mucho, nos podemos decepcionar mucho, pero ¿cuánto dura? Dos minutos, porque la tendencia natural es estar vivo, creativo, eso es felicidad.
¿Crees que hay un movimiento de apertura y que estamos equilibrando nuestra energía de pensar con nuestra energía de amar?
Desde el punto de vista de la maduración del ser, así como individualmente de pequeños empezamos a caminar, como conjunto estamos levantándonos y aprendiendo a caminar a nivel mental y a nivel emocional, lo puedo ver. Pasa por darnos cuenta de que lo que rige nuestra existencia es nuestra esencia. Esta integración llegará cuando el cerebro como máquina esté al servicio del corazón y no al revés. Ahora mismo hay una supremacía cerebral. Pensamos que lo que yo percibo, lo que yo pienso es lo que es la verdad. Y el sentir la conexión con la vida o el saber que existo está concebido como algo estúpido e innecesario. Seguimos teniendo la libertad de decir no a este cambio.
Un punto clave que tratas siempre es la importancia en la decisión y la voluntad de ser feliz…
Claro, eso es algo demoledor para la sociedad actual. Poder anunciar que uno puede ser feliz si lo decide es demoledor porque transgrede las leyes de lo estipulado. Hemos puesto la felicidad en una consecuencia última si se cumplen una serie de requisitos que hoy en día son imposibles. Por tanto, mucha gente concluye que la felicidad es imposible y quien la vende es un impostor. Pero en realidad somos felicidad y nacemos para ser felices. Yo me pregunto, ¿cuál es el sistema que hemos diseñado que no nos lo permite ver y que sitúa a la felicidad como una consecuencia última de una serie de requisitos casi imposibles llevar a cabo? Para mí eso da fe de un sistema social enfermo que ha perdido el norte, que ha perdido su sentido, el sentido de hacer felices a todos los seres que integra como sistema social.
Siguiendo con el hilo de “perder el sentido”, has hecho una película ‘Yo libre, un viaje al instante presente’ donde se presenta a una mujer cuya vida deja de tener sentido. Ella vive un proceso doloroso y tristeza muy intensos ¿Es necesario pasar por crisis existenciales para alcanzar una transformación auténtica? ¿Se puede evitar este trance?
Yo creo que actualmente aún no es posible llegar a este espacio de presencia y de cordura interna entre lo que yo siento, pienso y creo y lo que hago. Pienso que para llegar a este punto de libertad y de honestidad, hemos de cruzar lo que hemos estado escondiendo durante toda nuestra vida. Y lo que hemos estado escondiendo desde mi punto de vista es el miedo a vivir la vida sin saber porqué la estamos viviendo, o el miedo a vivir la vida sin saber quién soy. Cuando yo vivo una vida sin saber quién soy ni por qué estoy vivo, el dolor y el miedo inherente es tan bestia que me lleva a desarrollar lo antes posible una personalidad que lo camufle. Una personalidad triste o alegre o emprendedora o decepcionada pero que anule mi sensación de angustia existencial. Por eso, pienso que hoy en día aún somos hijos de la gran hipocresía y necesitamos asumir la responsabilidad de lo que hacemos, de esconder el dolor de no saber quiénes somos. Por eso para mí, implica un proceso de dolor muy profundo. Yo viví este proceso de dolor profundo, yo era fruto de una época, de un pasado, de una personalidad, de una educación y esto es lo que va muriendo, y esta muerte pone a la luz de la conciencia este miedo y este dolor escondidos. No puedes vivir tu presente si no te abres a vivir completamente lo que has estado almacenando durante tanto tiempo. No puedes ver tu esencia si aún tienes miedo a soltar tu personalidad. La personalidad está hecha de miedo al descontrol, de miedo a no saber qué pasará mañana, de miedo a la inestabilidad de la vida.
Dices que somos realmente libres cuando vivimos el presente, desde esta visión, ¿dónde quedan los proyectos? ¿es lo mismo proyectos que expectativas?
Esta es la vertiente diferenciadora. En la naturaleza, todo es un proyecto. Sin embargo, no hay expectativas. Todo se está viviendo plenamente en el punto presente en el que está. La semilla en sí misma es un proyecto de árbol, pero está siendo completamente semilla, sin ningún tipo de intencionalidad. Los seres humanos tienen diferentes formas de vivir los proyectos. Cuando es una forma de eludir, evadir o cambiar el presente que no soporto, que no me gusta y que no quiero vivir o desde la vertiente de disfrutar de aquellas ideas que están naciendo en mi presente, sin ninguna intención de hacer nada con ellas. Esta última es una vertiente muy diferente. Yo puedo utilizar un proyecto para evitar lo que estoy sintiendo ahora en mi vida actual. Eso nos lleva a una expectativa, a una ilusión que nunca se llevará a cabo. Cuando yo llego a realizar el proyecto sigo viendo defectos. En cambio desde la otra vertiente pasa a ser un observador de cómo se lleva a cabo el proyecto a través de ti.
En cierta manera es no juzgar…
Sí, el no juzgar, pero se trata de la acción de no juzgar, sino de observar los juicios sin atraparnos en ellos. Muchas personas se toman el no juzgar como un rechazo al juicio pero si rechazamos al juicio ya estamos juzgando el juicio. Si estamos juzgando el resultado de un proyecto, podemos ver esos juicios y los podemos aceptar sin creérnoslos. Podemos no usarlos, podemos dejarlos aparte. Se trata de respeto hacia uno mismo. Aún juzgamos las cosas porque el juicio todavía está insertado en el inconsciente y los juicios salen como reacción a las percepciones y al mismo tiempo lo que percibimos está marcado por nuestros juicios. Por tanto, evitar juzgar es imposible porque es meter la mano en un ámbito del que no somos conscientes.
¿Crees que vivimos en una sociedad donde hoy impera la meritocracia y el esfuerzo y que eso no nos hace felices?
Hay dos perspectivas de la vida. La vida como resultado del esfuerzo y del sufrimiento, y la vida como resultado de la espontaneidad, de la creatividad. Nos hemos creído que nacemos para sufrir, como la frase bíblica “ Sufrirás…”y mucha gente, incluso los anti-religión lo han convertido en su modus de vida. El esfuerzo es incluso reconocido, no importa donde llegues, si te esfuerzas. Decimos “tú esfuérzate que al final tendrás tu recompensa. ¿Cuál? No lo sabemos”. En cambio, el espacio de creatividad y espontaneidad nos da miedo porque es otro marco de referencia completamente diferente.
¿Buscamos más el reconocimiento de los otros que nuestro propio reconocimiento?
Exacto. Si yo no estoy agradecido con lo que estoy haciendo, necesitaré que lo agradezcas tú. Pero la gratitud es algo que se me pide a mi aportar, no a los demás. Si no siento gratitud por lo que estoy haciendo, ¿qué sentido tiene hacerlo? Porque de lo contrario pasaré a depender de lo que hago para generar en ti una reacción que a mí me llene. Si ponemos de nuevo la felicidad como resultado del esfuerzo, vemos que ésta no es accesible.
¿A qué te refieres cuando hablas de irresponsabilidad mental?
Es ser un irresponsable el creer que todo lo que yo siento y pienso es provocado por un agente externo. El hecho de que yo me sienta triste porque tú te vas, me muestra que es mi interpretación de este hecho lo que a mí me produce tristeza. En sí mismo, el hecho no tiene la capacidad de producir nada. Cuando no soy consciente de esto, paso a ser esclavo de mi mundo emocional. Culpar a los demás de nuestras emociones es ser un irresponsable consigo mismo.
Pero también tendrá que vivir esa primera emoción… y ¿Qué pasa cuando alguien le hacen daño por lo que otra persona le dice y después no puede perdonar a la otra persona?
Quiere decir que esa situación todavía no ha sido vivida del todo, que hay una parte inconsciente que aún necesita ser sentida. Gracias a lo que el otro me dice, yo puedo ser consciente de un mundo inconsciente que me ha llevado a reaccionar a su frase. Al ser consciente, ya no puedo culparle. Al contrario, le doy las gracias por habérmelo mostrado. Cuando yo me hago cargo de mi primera reacción y luego te miro y aun pienso lo mismo sobre ti, quiere decir que te estoy culpabilizando de lo que siento. Y eso es ser un irresponsable. Eso no es ser honesto, es sentir hasta donde uno sabe sentir. Por lo tanto ahí hay un espacio interno por descubrir. Las relaciones son un espacio de descubrimiento. Te llevan a un presente de máxima creatividad.
¿Por qué olvidamos que somos felices?
Es muy doloroso ser feliz en este mundo. La felicidad no es un sentimiento, es más bien una apertura máxima a la vida. Y la apertura máxima a la vida implica apertura máxima al dolor en este mundo. Cuando somos pequeños estamos en estado de felicidad pura, sentimos cada castigo, cada gozo.. y llega un momento en el que decidimos ya no sentir el dolor. El sufrimiento surge del miedo a sentir el dolor. La felicidad es la ausencia de todo eso. Es la apertura máxima a cualquier experiencia. Y el sistema en el que vivimos ahora no soporta este nivel de improvisación, inestabilidad o imprevisibilidad, inherentes a la vida.