La Subluxación.
El estrés es el responsable de la mayoría de enfermedades modernas.
Para la quiropráctica la inteligencia del cuerpo es perfecta, no tiene límites y es capaz de sanar lo que sea. La pregunta lógica entonces sería, ¿para qué necesitamos las manos del quiropráctico? Si el cuerpo es tan inteligente, no harían falta ayudas externas.
La respuesta radica en que cuando nos comportamos en desacuerdo con la fisiología, en conflicto con nuestra inteligencia innata, el cuerpo vive esta situación como una agresión y se protege subluxando una o más vertebras.
De la médula salen todas las terminaciones nerviosas que comunican el cerebro con el resto de las células del cuerpo. La información fluye desde el cerebro, recorre la médula espinal y llega a las células. Y en sentido inverso, de las células al cerebro. Es un ir y venir de información, toda interrelacionada e interdependiente.
Con la subluxación, la vertebra se desplaza, oprime el nervio y reduce la cantidad de información neurológica que entra en el sistema a un nivel fisiológicamente no aceptable. Es decir, saltan los fusibles que regulan el flujo de energía e información entre los sentidos y el cerebro (aferente) y entre el cerebro y las células del organismo (eferente).
Los efectos de la subluxación vertebral.
Aunque con la subluxación el cuerpo queda protegido ante la agresión del entorno, las consecuencias que comporta son muchas.
Hay un dicho en quiropráctica: “Basura entra, basura sale.” Es decir, la calidad de información que entra por los sentidos (aferente) dicta la calidad de la respuesta motora del cerebro (eferente). He aquí un ejemplo para entenderlo. Imaginemos que sufrimos un esguince del tobillo, vamos al médico y lo inmovilizamos con una venda. Esta inmovilización va muy bien para que los ligamentos sobreestirados vuelvan a su estado normal, pero a nivel neurológico es peor. A consecuencia del esguince han muerto muchas terminaciones nerviosas sensoriales cuya responsabilidad era la de transmitir al cerebro la posición del pie en relación con el entorno. Los huesos del pie están subluxados. Hace falta ajustarlos para lograr una regeneración nerviosa óptima y volver a tener la información sensorial sanada. Los nervios dañados requieren el movimiento de la articulación para regenerarse y volver a transmitir información correcta. Los receptores nerviosos del tobillo están alterados y transmiten información errónea constantemente (basura entra). El cerebro no logra ubicar el tobillo en la relación con lo que le rodea. Será fácil sufrir otro esguince en el mismo pie, una vez tras otra (basura sale).
La subluxación podría verse como un hecho local, pero en realidad afecta la neurología profundamente. Puede llegar a afectar o alterar:
- El cuerno posterior de la médula contiene todas las fibras sensoriales del sistema nervioso periférico la información de las cuales sube al cerebro. La subluxación afecta primero a esta parte, lo que llega a distorsionar la información aferente.
- El cuerno anterior de la médula, responsable de enviar mensajes desde el córtex cerebral a la periferia (respuesta motora). La consecuencia de esto es la afectación de múltiples niveles de nervios periféricos motores. Es decir, la alteración en la columna puede afectar diversas zonas del organismo.
- La tensión global del sistema nervioso (Adverse Mechanical Cord Tension o AMCT), lo que afecta a toda la fisiología del organismo.
- Los nervios del sistema nervioso autónomo que surgen del cuerno posterior de la médula, sobre todo los del sistema nervioso simpático responsable de desencadenar los mecanismos de alerta para sobrevivir.
- El tono de las estructuras celulares (tensegridad), por lo que se ve afectada la regeneración celular y la activación genética de las células.
- La producción de las neurohormonas que controlan la fisiología del organismo a nivel humoral (por medio de la sangre).
Pero quizás la más importante según la quiropráctica más tradicional y filosófica es el hecho de que la subluxación altera la transmisión del impulso mental, la información cualitativa que procede de la mente innata. Con la subluxación, la inteligencia innata no puede expresarse al 100% a través del sistema nervioso ya que este está alterado.
Además, hay que tener en cuenta que cuanto más nos subluxamos más disminuye nuestra capacidad para adaptarnos al ambiente que nos rodea. Toda experiencia tiene que entrar en nuestro cuerpo a través de los sentidos. Nacemos con una amplia gama de receptores aferentes para poder asimilar y aprender de las diversas situaciones del entorno. Nuestro sistema nervioso es amplio y flexible. Gozamos de plena expresión de vida. Pero si vivimos fuera del eje, en conflicto con nuestro bienestar, nos subluxamos y la amplitud de esta banda se reduce. La habilidad del cuerpo para asimilar el estrés del entorno disminuye. Imaginemos que nuestros sentidos son antenas de radio. Nacemos con una banda ancha, con la capacidad de escuchar música de una gran variedad de emisoras. Si nos subluxamos, la banda del receptor disminuye y apenas captamos las emisoras más cercanas. Nuestra percepción se reduce, no podemos adaptarnos tan fácilmente al entorno.
El cuerpo es sabio. Muchas veces, después de subluxarnos por vivir en desacuerdo con nuestra inteligencia innata, se ajusta en cuanto volvemos a actuar de acuerdo a esta. Por ejemplo, imaginemos que nos peleamos con nuestra pareja. Nos enfadamos mucho, estamos cabreados. El estrés emocional asociado a esta situación es demasiado elevado para que el cuerpo lo asimile. Salta el fusible para reducir la cantidad de energía e información que llega al cerebro. Nos subluxamos. Salimos a dar un largo paseo por la playa. Nos damos cuenta de lo mucho que amamos y respetamos a nuestra pareja. Nuestro corazón se llena de amor y de agradecimiento. Son emociones cuya frecuencia el cuerpo sí puede asimilar porque van en consonancia con lo que sentimos. Estamos viviendo de acuerdo con la sabiduría del cuerpo. El fusible se vuelve a colocar. Desaparece la subluxación, se restablece la correcta conexión neurológica.
Tobias Goncharoff, D.C.
La quiropráctica desvelada.